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Tu espalda inventada

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 Veo tu espalda sentado desde la otra mesa.  Dos lunares pequeños, insignificantes, me llevan a pensarte un planisferio. Un camino, tierras por descubrir. Quién habrá osado perseguir esas huellas diminutas con sus dedos en cualquier madrugada? Quién?  Los músculos de tus omóplatos se tensan, como si intuyeras que te observó. Se equilibra cada vértebra, zigzagueante y vuelve a generar una curva en esa espalda por conquistar. Te llueve el cabello y hace que la magia se expanda. Ahora cada poro sucumbió al aire fresco de ésta mañana que te  y me rodea. Una mano que elige y descubre un tatuaje en el instante preciso en que el pelo deja de cubrir tu nuca. Y allí estoy, en la otra mesa, imaginando que me permites verte, y así entre mensajes que decodificamos cada uno, pienso que sabes que existo más allá de tu libro de Joyce, y tu sigues pensando vaya uno a saber qué. Pero hay conexión. Hay una distancia que vibra. Hay un deseo que no entendemos. Germán Hess ©

Los ochenta

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 Éramos una gran generación.  Teníamos la esperanza que la vida sería justa, que los sueños que ese perfume de aquella chica, perdurarían hasta la edad  adulta.  Éramos los eternos poetas de las noches de verano. El aire olía a jazmines y con eso ya alcanzaba para tirar en un papel diez o veinte frases que se asemejaran a un poema.  Éramos una gran generación de abrazos y lentos, de canciones y besos. Nos debíamos los orgasmos, nos quedaron las sensaciones. Aún recuerdo el sweet honesty que te transportaba a otra dimensión mientras sonaba True de Spandau Ballet.  Éramos una gran generación.  Germán Hess ® 2022

Sábado fresco de poetas cobardes y bares

  Saliendo a cruzar historias de viejas desdichadas y putas.  De rímel corrido, de besos gastados y promesas incumplidas. Ojos de alcohol y lentes para tapar el desencuentro. Sábado de miradas y mantras; de plazas y gente que corre para sentir que viven. Yo me encargo de contarles con mis dudas y preguntas si son felices y sonríen. Son los actores qué voy buscando para transformar en letras que vuelen. Sabes que me cuesta hacer estos viajes sin meter la nariz y complicarme. Sábado fresco de poetas cobardes y bares. Y sin embargo ya las he soltado al aire, no pertenecen a nadie, son libres. Ahora a esperar el regreso a casa. La pared que me mirará preguntará si fue buena la cosecha.